Facebook Martes, 29 abril 2014

Doble Discurso

escribe Nelly Luna en su Facebook

Es curioso: Ruth Buendía recibe el ‪#‎Goldmanprize y todos (TODOS) los medios y periodistas cubren y reportan el evento. Hace unos años, cuando la Central Asháninka del Rio Ene (CARE) protestaba contra la construcción de una central hidroeléctrica (por Odebrech y otras empresas brasileñas) en una zona mágico-religiosa para su pueblo indígena, casi nadie le dio un espacio. Ruth recorrió cada uno de los diarios y canales de televisión contando los temores de la población asháninka y pocos decidieron escucharla. La demanda energética crecía y no importaba más nada. Hoy, las notas de prensa hablan de la activista ambiental y lideresa indígena, repasan su vida y mencionan -como quien intenta completar los espacios para el tamaño de nota que imponen- la trágica y valiente historia del pueblo asháninka en la selva central.

Esas mismas notas, sin embargo, cuando el entusiasmo del premio haya pasado y el pueblo asháninka decida protestar nuevamente contra las hidroeléctricas en la Amazonía, los tildarán de radicales contra la inversión. Pero eso ya lo sabemos. El reconocimiento a Ruth ha venido siempre de afuera. Un par de años antes “El País” de España la eligió como uno de los personajes más importantes del 2012. También en ese momento todos buscaron entrevistarla, pero con el tiempo sus reclamos de fondo se diluyeron en la agenda de los medios tradicionales. Pocos querían hablar entonces de la consulta previa, de la seguridad jurídica de las tierras indígenas y del impacto de los megaproyectos en la selva.

Por eso creo que el reconocimiento de hoy no solo premia su tenacidad y coraje por proteger a las comunidades indígenas. La de Ruth Buendía Mestoquiari no ha sido solo una lucha contra la construcción de una central hidroeléctrica en el corazón de un espacio geográfico que es parte de su memoria, es sobre todo una batalla por la dignidad, la existencia de una cultura y la seguridad jurídica del territorio de TODOS los pueblos indígenas: cientos de comunidades en este momento no tienen títulos de propiedad. Las empresas se quejan de los lentísimos y burocráticos procesos administrativos, pero a pocos parece importarle la existencia de comunidades que llevan incluso 10 años esperando que les reconozcan la propiedad sobre sus tierras