Parece mentira que sigamos discutiendo un proyecto para la vía más transitada del país. Y que no se concrete
escribe Pablo Secada
Nos J (Prado)
Había una vez un país pobre pero rico. Un muchacho trabajaba de economista y analista financiero en un banco de inversión, el que más fuerte apostó por el país. Teniendo el privilegio de haber nacido poco antes de las crisis económicas de 1973, 1975, 1983 y 1987, entró a practicar y trabajar el año en que la economía creció más en el mundo. Se educó en crisis para trabajar en la recuperación. No es obvio que el país pase de recuperarse del desastre a desarrollarse, no obstante.
Tres años después se fue de roadshow a promover la inversión en una obra privada en la vía más transitada del país. Autos que pagarían peaje y buses irían por una vía rápida elevada. El tráfico en la vía actual se facilitaría. Fueron a varios continentes. Suscitaron el interés de fondos de inversión y financistas en todo el mundo.
El autócrata del país bloqueó la obra porque el alcalde competiría con él en su re reelección. El siguiente alcalde no se interesó por la obra durante sus ochos años de gestión. Dicen que robaba pero hacía obras. Lo más grave es que no hacía las principales, como ésta. La alcaldesa nombró una comisión especial para actualizar la obra. Un ex director de la agencia de promoción de inversiones del país la dirige. Dos funcionarias experimentadas la integran. Este es el único caso de una comisión ad hoc para una obra privada en la capital del país. Es un caso inusual en el país, de hecho.
La obra actualizada, ahora en una trinchera como el zanjón pero techada, fue al Ministerio de Economía. El Ministerio acaba de decir que no va. El ahora ministro declaró a la prensa hace dos meses que la empresa no había presentado el sustento técnico ni la matriz de riesgos. Eso es todo lo único que el ya no tan muchacho sabe. Averiguará.
Por su experiencia en el Ministerio también sabe que ahí se sabe poco, para no generar polémica, de inversión privada en infraestructura. No hay un solo funcionario con experiencia en el sector privado en este tema. Ninguno ha levantado capital para una APP fuera del Estado, jamás. Sí hay leyes y controles formalistas que los inhiben de asumir riesgo. Montones.
Riesgo es aleatoriedad con una probabilidad conocida. Tras 17 años de estudios de la principal constructora del país, recientemente listada en la principal bolsa del mundo, socia de una de las principales de Francia y el mundo, la probabilidad debe ser de lo más conocida.
El riesgo es un componente de la tasa con la que se descuentan beneficio y costos. Y la responsabilidad de las autoridades económicas es contribuir al bienestar, el mayor bienestar dado un nivel de riesgo dado. Estamos hablando de la avenida más transitada del país. No hay que ser evaluador de proyectos para intuir los beneficios en horas del precioso tiempo de cada persona y familia ahorradas, combustibles no gastados y contaminación no generada, accidentes y muertes que no ocurrirían. Basta pasar por ahí o acercarse en hora punta.
El uso alternativo de los fondos públicos en eventuales riesgos mal identificados es deplorable. Casi el 90% de la inversión pública se destina a proyectos de menos de S/. 12 millones. Se fragmenta para que solo se le exija un perfil, no estudios de pre factibilidad ni factibilidad. Muchas veces se usa para generar clientelas o pagarle a algunas empresas. No se mantiene. El sistema de evaluación de inversión pública aprueba proyectos cuando se supera una tasa de descuento social dada. Eso supone que los recursos públicos son infinitos o que habrá un pleito político para conseguirlos, como lo sabe cualquier estudiante de economía.
Lo que acaba de pasar es muy penoso. Sería tan malo como cuando el gobierno quiso comprar una refinería si fuera cierto un rumor. Se dice que hay una tacha a la empresa que lidera el consorcio, a la que asocia a un diario, cometiendo un error que es absurdo hasta con personas naturales. Realmente no creo que sea así. El Ministerio solo se subordinó al poder político con un ministro a fines de los 90. No puede ser así.
Empecé como si esto fuera un cuento. Uno de horror. Porque parece mentira que sigamos discutiendo un proyecto para la vía más transitada del país. Y que no se concrete. Por las consideraciones que sea, porque razones no son.