Facebook Viernes, 3 abril 2015

No entiendo a esas personas que creen que descansar en feriado es salir de casa

Así pes, cuando te vas a la playita en Semana Santa. Foto: El Comercio.

Aquí, cuando te vas a la playita en Semana Santa y parece que acamparás en tu carro.
Foto: El Comercio.

 Escribe José Carlos Yrigoyen en su Facebook

Sin ánimo de ser aguafiestas, no entiendo a esas personas que creen que descansar en feriado es salir de casa, hacer un largo viaje en carretera, meterse en una casa de playa llena de arena, comprar carnes, cervezas y muchas cosas más para estar horas frente a una parrilla, estar todo el día entre un mar verde y helado y una playa de arena gruesa y candente, rodeado de una multitud semidesnuda y desconocida con la que se comparte una promiscuidad que siempre me ha parecido desagradable e incómoda.

No entiendo la gracia de eso. Descansar es quedarse en nuestra propia casa, ver las películas que nunca podemos ver porque estamos demasiado cansados al regresar del trabajo, poder pasar el día leyendo un libro (¿cuándo podemos pasar un día completo leyendo un libro?), comer lo que queramos sin salir de la cama o simplemente dormir a pierna suelta toda la tarde en nuestro propio cuarto, o vagabundear por la ciudad vacía, como si fuera solo para nosotros solos.

Y en cuanto al pretexto de “pero así los niños se aburren” ¡pues que se aburran! Cuánto le debo al desarrollo de mi imaginación haber tenido dos padres renuentes a la borreguil convención de salir de casa en feriado. Cuánto le debo haber pasado los feriados entre pasadizos y habitaciones vacías, inventándome juegos y personajes con mi hermana, hallando un libro salvador que no conocía y me marcó para siempre o explorando las enciclopedias que me entretuvieron por horas y me convirtieron en un lector, que desarrollaran mi curiosidad y mi afán de investigar, eso que los chicos de hoy han perdido casi en su totalidad. Esos feriados no fueron aburridos: los aburridos son quienes necesitan hacer lo indecible para sentir que se divierten. No concibo nada más terrible que eso, la verdad.