Facebook , literatura Lunes, 13 abril 2015

Sobre la muerte de Gunter Grass y Eduardo Galeano, una opinión de Renato Cisneros

Gunter Grass, de 84, murió en un hospital de Luebeck, Alemania. Mientras que Eduardo Galeano, de 74 años, falleció a causa de un cáncer de pulmón. Leyenda e imagen: animal político

Gunter Grass, de 84, murió en un hospital de Luebeck, Alemania. Mientras que Eduardo Galeano, de 74 años, falleció a causa de un cáncer de pulmón. Leyenda e imagen: animal político

escribe Renato Cisneros en su Facebook

Me molesta que se emplee la expresión facilista «es un día triste para las letras» en alusión a la muerte de Gunter Grass y Eduardo Galeano (en alusión a la muerte de casi cualquier escritor, en realidad).

Triste era que Grass sufriera neumonía a los 87 y estuviera postrado por meses. Triste era que Galeano padeciera de cáncer al pulmón a los 74. Pero su muerte, en estricto, no es triste, o no debería serlo. Con los escritores, con los creadores en general, ocurre que la muerte les devuelve, no propiamente a ellos pero sí a su obra, una última oleada de protagonismo.

Como sucede con los premios, la muerte los recoloca, los ubica paradójicamente en un lugar central de la vitrina. Con total seguridad en las próximas semanas, o incluso meses, los libros de Grass y Galeano volverán a las mesas frontales de las librerías y se venderán mucho más de lo que se venían vendiendo. En el Perú, por lo menos. De modo que serán releídos o, mejor aún, descubiertos por nuevos lectores. De modo que estarán vivos otra vez en esas páginas, que es el único lugar donde está vivo de verdad un escritor.

De modo, coleguitas, que no es «un día triste para las letras»; es un día duro, pero también un día para celebrar la existencia de dos autores muy distintos, dos autores jugados por sus causas, a quienes les debemos (en mi caso, a Grass más que a Galeano) largas horas de asombro y deleite. Así que dejen de compartir en las redes los titulares de esas muertes para quedar como cultos, y vayan a comprarse siquiera una edición de bolsillo de El Tambor de Hojalata o de Memoria del Fuego, que así se vela a un escritor, leyéndolo.