Facebook , noticias Jueves, 18 junio 2015

«Una sesión para ver pornografía es muy similar a una ceremonia religiosa»

Escribe Rafo León

A matar el estrés.

A matar el estrés.

Un consejo para tener en cuenta cuando estés estresado:

[Publicado: 12:39]

Les aconsejo que cuando, como yo estoy hoy, le huyan al trabajo y la mente esté dispersa como un mono suelto, pasen a google y vean cinco minutos de pornografía. De cualquier tipo. Les aseguro que no se excitarán sexualmente y que el cambio de canon los devolverá a un estado de mayor serenidad. Para mí la pornografía, planteada así, es como una oración. La comunicación de dos (o más) seres, en una faena extremadamente difícil, pues es una representación pública de lo más íntimo que existe. En la paradoja está la sabiduría. Eso me da fuerzas para continuar, como para un creyente haber comulgado. Claro, si quieren la misa completa, hay clips que duran una hora. A mí me aburren, me bastan mis cinco minutos de mística.

 

La prueba de que funcionó:

[Publicado: 15:07]

Bueno, ya vi por tres minutos Mexicanas Calientes Follando sin Parar, y ahora estoy recargado y me pondré a trabajar.

 

La pornografía es más de lo que crees saber:

[Publicado: 17:12]

Se ríen cuando se habla de pornografía fuera del contexto habitual en la que esta se consume, a escondidas, con culpa, a horas en que todo el mundo duerme o no hay nadie en casa. La pornografía, como todo en este mundo, tiene un lado negro y otro luminoso. El negro, como siempre, es la industria y la explotación de actores y actrices, que además suelen, sobre todo ellas, ser los lados más delgados de las pitas: se rompen, se vuelven adictas, se suicidan. Claro, si por ganar 300 dólares deben pasarse una jornada entera con un semental, o más, encima, fingiendo placer y resistiendo una eyaculación que como una cicatriz, les cruzará la cara.

Pero hay que mirar las cosas desde todos sus lados. Como ya sostuve antes, una sesión para ver pornografía es muy similar a una ceremonia religiosa, a una misa. Lo que ocurre en la pantalla, tal cual en el altar, es manejado íntegramente por los oficiantes, quienes guían tu espíritu, como en una montaña rusa, de momentos sublimes a momentos grotescos: te muestran la condición humana. Te muestran tus propias máscaras, la precariedad de esos movimientos monótonos por los que en la humanidad se han declarado guerras. La pornografía es una puesta brechtiana, te obliga a ponerle distancia a lo que estás viendo para verlo de a verdad. Es un espejo, es un sensato libro de antropología.

Pero en Lima nos hablan de pornografía y ji,ji,ji, nos reímos como tarúpidos. ¿Lo harías en misa?