Facebook Jueves, 25 junio 2015

Algunos apuntes sobre la falta de lubricación del PPC

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escribe Álvaro Rey de Castro

Hoy, en la página editorial de El Comercio, Raúl Castro Stagnaro se queja de la intolerancia de la que es víctima de parte de el grupo LGBT. Resulta que este grupo es incapaz de reconocer la validez de la perspectiva (por supuesto, tolerante) del PPC respecto a temas de género, sexualidad y aborto. Todo ello por la férrea oposición que ejercen (junto con nuestro tolerante cardenal) al «relativismo moral». A saber, hay solo una moral válida: «en materia de ser humano y dignidad poseemos convicciones que defienden la naturaleza como tal y son verdades que pueden ser demostradas racionalmente». En breve (en clara afinidad con Su Eminencia) son poseedores absolutos de la verdad. Además, por si hubiese duda, no son » ni remotamente homofóbicos, palabra inventada para fines proselitistas estratégicos».

Vaya, debe ser reconfortante ser poseedor absoluto de la verdad, carecer totalmente de prejuicios (que son por lo demás un invento astuto de proselitismo) y además sentir la obligación de imponerle su visión de las cosas a los infelices que no piensan como ellos. Falta de lubricación, que le dicen

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El título del artículo perpetrado hoy por Raúl Castro Stagnaro en «El Comercio» merece un cuidadoso análisis. Reza (sentiría afinidad con el término, creo) «Popular, cristiano, democrático y tolerante«. Veamos: «popular«, para nada. Que ganen alguna elección significativa, por lo menos. «Cristiano«, extremadamente cuestionable, a menos que se asocie con fanatismo e intolerancia. «Democrático«, ¿seriamente? Imponer sus criterios morales a los demás no tiene nada de democrático. «Tolerante«, después de Eguren y el propio Castro Stagnaro, es un mal chiste…

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«Puede que a alguien le parezca razonable que un varón de 66 años, padre de 6 hijos, pretenda ser mujer, pero a otras personas nos parece francamente difícil de entender». Uno de los argumentos (omito las comillas por pudor) de Castro Stagnaro. Obviamente no tiene la mas remota idea del tema de género y cree que depende de su obtusa comprensión. Felizmente no es así y nadie requiere que lo entienda.

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A punto de formular una ley de validez cuasi universal: la indignación ante la actividad sexual de los demás es inversamente proporcional al aburrimiento de la propia (vida sexual, se entiende).».