Facebook Lunes, 14 septiembre 2015

«La última vez que vi a Raúl Wiener fue para entrevistarlo.» desde el Facebook Carlos Leon

Escribe: Carlos Leon Moya

La última vez que vi a Raúl Wiener fue para entrevistarlo. Irónico, porque el periodista era él. Fue hace tres meses, en…

Posted by Carlos Leon Moya on Thursday, September 10, 2015

La última vez que vi a Raúl Wiener fue para entrevistarlo. Irónico, porque el periodista era él. Fue hace tres meses, en junio. Aún tengo el audio. Publiqué solo una parte. Wiener contaba toda su relación con Humala con detalles, muy gráficos, muy bien narrados. Pero nunca se las leí a él. Como si alguien debía narrarlas en su lugar.

Subo ahora lo que entonces publiqué. La parte final me dejó pensando. Esa cruel relación entre política y salud, y cómo los reveses en uno te pueden mandar al tacho. Parece un Wiener pesimista, triste porque solo estuvo una vez cerca del poder y no le duró nada.

Pero no. Me lo dijo riendo. Y no había nadie más persistente que Raúl.

Hasta siempre, gran Maestro.

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«El 2006 voté por Ollanta por dos razones: él levantaba las cosas por las que yo había estado luchando, como la revisión de las privatizaciones y la recuperación de recursos naturales, y porque estaba seguro que la izquierda iba a salir hasta las patas. Además, el discurso de Humala en la primera vuelta fue el mismo en la segunda, y eso le permitió llegar a 47%. Entonces, parecía tener voluntad para llevar adelante lo que decía, a diferencia de otros que cambian de acuerdo al clima político.

Cuando perdió la segunda vuelta fui a saludarlo. En ese momento se producía la fuga de José Vega Antonio, de UPP. Y Ollanta me dijo “¿por qué no te vienes a trabajar acá?”.

Fui casi todos los días útiles al local, y tenía siempre una sesión donde le explicaba la coyuntura política después de leer los periódicos, y le decía cuáles eran los temas más importantes que había que llevar al Congreso.

Yo he escuchado discursos de Ollanta, que eran lo que yo había dicho. Una vez él estaba en China con Nadine, y me llamó a mí celular desde allá, y me tuvo hablando casi una hora. Quería que le explicase todo sobre el Perú, porque él debía dar un discurso de una hora.

El CEN (del PNP) era una instancia formal del partido, que eran familiares que no tenían ningún nivel político. En cambio, la Comisión Política era un invento, por recomendación de algunos de nosotros, donde se discutía políticamente. Ollanta prácticamente decidió hacer una comisión política así: “tú, tú, tú, tú y tú”. Y allí había mucha gente de izquierda.

(Después de Humala ganar la presidencia) fui a verlo al PNUD, cuatro días antes de juramentar como Presidente. Estaba muy contento, muy radiante, me preguntó por Rudecindo Vega. Y yo le dije “¿no que no confiabas en estos?”, él me dijo: “una cosa es cuando tienes el poder, y otra cuando no lo tienes”.

En noviembre del 2011 me invitó a Palacio de Gobierno. Me escuchó criticarlo y exigirle que suspensa el proyecto Conga, y él me dijo que no podía hacer eso porque el CIADI no iba a permitirlo y nos iba a costar 500 millones de dólares. Entonces se fue a otra sala y trajo un fax de Yanacocha, que decía que se suspendía el proyecto a pedido del gobierno. Él creía que había sido una gran jugada suya, me lo decía como un triunfo. Pero en Cajamarca lo entendieron como una provocación.

Ese mismo día me dijo “tú ya crees que me he pasado a la derecha”. “Está bien difícil que te pases a la derecha”, le dije yo, “pero te has dejado envolver”. “Ellos creen que me tienen, pero no saben que la final yo les voy a ganar”, me respondió. Su idea era que tenía una trampa en el camino.

La Primera es uno de las que paga el pato del giro de Ollanta. Quedamos bien descolocados. La gente se iba decepcionando rápido, y en enero del 2012 propuse que el periódico tomase siquiera la bandera de que salga Valdés y se suspenda Conga. Pero el periódico no lo pudo asumir. La línea principal era defenderlo y sugerir una orientación diferente, pero sin energía.

Por otro lado, Lévano y yo nos dimos cuenta de a dónde iba esto. Yo creía que no iba a ocurrir, principalmente porque veía del contexto latinoamericano y confiaba más en eso que en el propio Ollanta. Yo veía que Hugo Chávez lo tenía que inspirar, que Sudamérica estuviese corriendo a la izquierda lo iba a jalar, pero no. No podía imaginar que con todo lo que había, iba a producirse ese viraje.

Cuando yo me enfermé, dije en una carta: “no se sabe que tengo, pero provisionalmente le he puesto Ollantitis”. En realidad, creo que ha habido un costo de salud, para mí y más para Javier Diez Canseco. No porque nos haya dado una enfermedad, sino porque nos aceleró la baja de las defensas. Como políticos que somos, uno tiene que mostrar fortaleza. La mía nunca estuvo quebrada, pero creo que somaticé. No imagino que hubiese sido de mi vida, o la de Javier, si Ollanta Humala hubiera sido lo que debió ser. ¿A qué velocidad hubiese llegado nuestra enfermedad? ¿Bajo qué forma? Y en casi 50 años en la izquierda, esta ha sido la única vez que he estado cerca del poder. Y no me duró nada».