Foto: vía observatoriofucatel.cl

Escribe Javier Echevarría

Me asombra sobremanera que luego de los atentados en París muchas personas reaccionen diciendo: ¿y Siria? ¿Por qué no se conmueven con Siria? ¿Y con Irak? ¿Y con Perú durante el terrorismo? ¿Los franceses se conmovían por nosotros? Y un largo etc. de tragedias humanas. Es como si alguien te cuente una desgracia y tú no te conmuevas porque hay «otras» desgracias. Como si fuera una competencia o se tratara de ponerse en un bando.

Toda desgracia es terrible de por sí. Pero entendamos el atentado en París en toda su dimensión. Cuando hay una guerra en un país la cantidad de muertes y tragedias es enorme, pero la población está viviendo en un estado de guerra e intentando sobrevivir como sea. Por eso fue tan impactante el niño Sirio en la playa. Nosotros en la época del terrorismo vivíamos así y no sabíamos qué iba a suceder mañana.

Foto: Libertad Digital 

¡¡¡Ahora imaginen vivir en un país que no está en guerra e ir al teatro, estadio o concierto y que ahí haya actos terroristas!!! ¡¡¡Y mueran tus familiares!!! Eso me deja en shock porque el estado de vulnerabilidad en que te deja es total. Si los terroristas son capaces de eso entonces no hay ningún tipo de límite ni lógica. ¡¡¡Y encima lo hacen en nombre de «dios»!!!! Con personas absolutamente inocentes.

Por eso es que el shock es mucho mayor que cuando hay bombardeos en países en guerra. No porque te importe menos esas personas o esos países sino porque las circunstancias son más estremecedoras. No hay preferencias por países o bandos preferidos. La muerte es muerte siempre. Pero este es el momento de apoyar a Francia aunque sea mostrando empatía. Y si uno cree que eso no ayuda les aseguro que la indiferencia ayuda menos.