Facebook , feis Martes, 15 marzo 2016

Carta de una madre al fujimorista que usó «retrasados mentales» como insulto

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Lamentable. Imagen: Captura web Exitosa

Escribe: Mónica Romero Solorio*

Me llamo Mónica Romero Solorio, soy peruana, tengo 40 años y tengo un hijo maravilloso que tiene Síndrome de Down. Él nació en Brasil, tiene dos años y tiene por la frente una vida que le auguro llena de experiencias, viajes, emociones, pero sobre todo mucho respeto. Me enteré que él tenía síndrome de Down cuando tenía cinco meses de gestación y lo supe de la peor forma. Mi médico me dijo que algo andaba mal, sugirió que tenía alguna malformación genética y que debía estar preparada.

Eso no fue lo peor en ese día, aquel médico sugirió hacerme un aborto, no tengo nada en contra del aborto, en mi opinión nosotras mujeres decidimos qué hacer con nuestro cuerpo. Él lo dijo en el sentido de que mi hijo no iba a “servir en la sociedad”, “es que no va a ser una persona útil”. Eso me marcó. Decidí cambiar de médico y seguir con mi embarazo, pero sobre todo decidí que era hora de informarme mejor.

Llegué en casa, llorando pero bajándome muchos artículos científicos sobre síndrome de Down, y leí, y leí, y no paré y descubrí que no era una cosa terrible, que yo podría hacerlo y que le iba a dar a mi hijo todo lo mejor. Cuando Julien nació, lo primero que me dijo la “psicóloga” que está junto al parto fue: “tiene síndrome de Down, ¿usted sabía”? Sí, le respondí. Ella dijo, bueno, no se sienta mal, son “muy bueno para la limpieza de la casa”. No dije nada más.

Julien fue creciendo y fue conociendo olores, sabores y colores, tuvo un inicio muy feliz en Manaus, luego en São Paulo y luego en Pará. Se hizo de tantos amigos, lo pasó muy bien, no recuerdo haber escuchado nunca algo como “aquel retrasado mental” o cosas así. Recuerdo que siempre fue tratado con mucho respeto. Llegué a Perú, ni pasaron tres días y ya en el parque recuerdo que una niña dijo que le daba nervios mi hijo, porque tenía síndrome de Down y que podía ser contagioso.

Yo le dije que no, que no es contagioso, que Julien tiene síndrome de Down y está bien, que puede jugar con él. Niños son niños, replican lo que escuchan pero también tienen esa capacidad de no filtrar como los grandes, de no tener prejuicios. Ella se lanzó a jugar con mi hijo por dos largas horas. Ha pasado un mes desde que llegamos a Perú, y desde que comenzó esta campaña política cada día leo en algún lado de forma irrespetuosa: “aquel político ladrón es un retrasado mental”, “aquellos que son antifujimoristas son retrasados mentales”, “aquel fujimorista es un retrasado mental”, “aquel corrupto es un retrasado mental” y así va.

Entiendo que los ánimos estén caldeados por la contienda política pero esta no es la forma de hacerlo. Las personas con necesidades específicas merecen nuestro respeto, ellas vienen luchando desde hace mucho tiempo para ser incluidas en la sociedad, para poder trabajar, para poder ser algo más que “aquellos que limpian bien la casa”. Ellos pueden ser lo que quieran ser, si nosotros les estimulamos como sociedad, ellos pueden llegar muy lejos si nosotros paramos de hacerles sentir menos que nadie.

Cada vez que tú dices “aquel político es tan burro que es un retrasado mental” es un retroceso en este proceso de inclusión, los haces sentir mal, marginados, comparados con burros, con corruptos, con lo peor de la sociedad. ¿Tienes hijos, primos, amigos, conocidos, hijos de amigos, hijos de primos, que tienen algún tipo de necesidad específica (síndrome de Down, trastorno de espectro autista, asperger, etc.), los tienes? ¿Tú crees que se sentirían contentos de saber que tú usas esas palabras despectivas para referirte a las personas que no son de tu agrado?.

Por eso, aprende a lidiar con tus emociones y a escoger mejor tus palabras, puedes estar hiriendo aquellos que más amas, puedes estar haciéndolos sentir menos. Seamos más empáticos, seamos más inclusivos.

*Esta carta llegó al buzón de Útero.Pe con el permiso expreso de publicarla.