corrupción , Elecciones 2016 , Facebook , feis , periodismo , politica , redes sociales , sociedad Miércoles, 1 junio 2016

«¿Cómo nos mirará el mundo si el fujimorismo finalmente triunfa este domingo?»

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Foto: vía Gerardo Caballero

Escribe: Gerardo Caballero*

No han pasado ni siquiera 16 años desde que Alberto Fujimori huyó de la justicia peruana, y ya el fujimorismo parece estar a las puertas de Palacio. En Filipinas, el terrible dictador Ferdinand Marcos fue derrocado en 1986. Han transcurrido 30 años desde su caída y, aunque su hijo, Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos, inició hace ya tiempo una carrera política, el pueblo filipino le negó este año la posibilidad de convertirse en vicepresidente del país.

Por eso, no solo me pregunto cómo nos mirará el mundo si el fujimorismo finalmente triunfa este domingo, sino, sobre todo, cómo nos juzgarán los peruanos del futuro si ello ocurre. Porque cinco años de autoritarismo y conservadurismo serían el menor de los prejuicios que le ocasionaría al país un triunfo de Keiko Fujimori. El daño que le haríamos a nuestra historia, en cambio, sería incalculable.

¿Se imaginan lo que significaría entregarle el privilegio de ser la primera presidenta del Perú a la hija del ex mandatario preso por corrupto y violador de derechos humanos?

La elección de Keiko Fujimori sería reivindicar el gobierno de su padre, un gobierno al que algunos se esfuerzan por calificar como el mejor, pero que en realidad fue una autocracia nefasta, pervertida a tal punto que acabó comprando a congresistas, a dueños de medios de comunicación y a todo aquel que le permitiera conservar su hegemonía.

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Foto: Diario Uno

Porque eso significaría un triunfo de Keiko Fujimori: sería gritarle a la historia que el fujimorismo estuvo bien, que haber destruido el orden constitucional en 1992 estuvo bien, que Barrios Altos estuvo bien, que La Cantuta estuvo bien, que haber comprado congresistas estuvo bien, que la masacre institucional de las FF.AA. estuvo bien, que el pago de coimas en la compra de aviones MIG estuvo bien, que haberle vendido armas a las FARC estuvo bien, que la ley de interpretación auténtica estuvo bien, que desviar fondos públicos para la campaña de re-reelección estuvo bien, que la ley de amnistía estuvo bien, que los sótanos del SIE estuvo bien, que la matanza de campesinos en El Santa estuvo bien, que haber malversado 6 mil millones de dólares estuvo bien, que esterilizar mujeres sin su consentimiento estuvo bien, que la CTS de Montesinos estuvo bien, que todo aquello que conocimos gracias a los ‘vladivideos’ estuvo bien.

En pocas palabras, la elección de Keiko Fujimori sería la celebración máxima del «roba pero hace obra», la exaltación más flagrante del «nosotros matamos menos», la consolidación final del «me pega pero me quiere», en fin, de todos aquellos síntomas de nuestra sociedad moralmente enferma y trastocada. Así nos juzgará la historia por haberla olvidado tan rápidamente.

*Periodista de El Comercio