Facebook , feis , politica , redes sociales , sociedad Viernes, 3 junio 2016

«Hay que darles la razón a los fujimoristas: no todos ellos son iguales»

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Imagen: Lucidez.pe

Escribe: José Carlos Yrigoyen

Hay algo en lo que debemos darle la razón a los fujimoristas: no todos ellos son iguales. Me explico.

Está el fujimorista que me parece más comprensible: el de los estratos socioeconómicos deprimidos, que no ha tenido acceso a la educación, que ha sido olvidado por todos los gobiernos, que nunca ha sentido los beneficios de la democracia liberal que tenemos hace dieciséis años, el que exige la presencia del Estado ante sus problemas más difíciles, como la seguridad ciudadana, y no la encuentra. El fujimorismo se aprovecha de esas carencias y de esa frustración, y cosecha muchos votos, como lo hace el Frente Nacional en los barrios obreros de Francia, donde antes reinaba el Partido Comunista.

Pero el peor, el más incomprensible, el que demuestra de manera más palmaria nuestra falta de cultura, es el fujimorista que ha nacido en la clase media o en la clase alta, el que nunca tuvo necesidades incumplidas, el que salió de los mejores colegios, el que estudió en universidades privadas, viaja regularmente por el mundo y tiene acceso a toda la información disponible. Es sinceramente pasmoso cómo alguien que ha pasado por todos los niveles educativos y exhibe títulos profesionales demuestra un nivel de razonamiento digno de un cocker spaniel.

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Imagen: El Comercio

Que cuando explica por qué va a votar por Keiko, suelta unas consignas tan elementales que cuesta aceptar que realmente se las creen. Gente que alaba el buen desempeño en muchos aspectos de las democracias occidentales pero cree que el Perú merece un Ferdinand Marcos, una Imelda, un Suharto o un Duvalier de presidente. Gente que cree que en este país los cholos y los maricones deben estar siempre donde se les ordenó que estuvieran.

Gente que cree en el estúpido latiguillo de la mano dura y dice que la muerte de inocentes es el precio a pagar por el progreso, porque esos inocentes usualmente pertenecen a una realidad muy distinta a la que ellos viven y por lo tanto son poco menos que pertrechos. Gente que cree que la solución para la inseguridad es masacrar a los delincuentes, quemarlos y exterminarlos, gente que cree que esta es la misma chacra que Benavides, Odría y Alberto administraron para ellos y que les permitió todos los abusos y todas las expoliaciones.

Gente que ha renunciado a toda lectura, así sea de la prensa extranjera o liberal y que tiene como vocero a Expreso, La Razón y la China Tudela, que parece ser una crítica a sus ávidos lectores, pero en realidad es un rendido homenaje hacia ellos.

Y a mí no me vengan con que es gente que proviene de una tradición autoritaria y que por lo tanto es difícil sacarles el chip. En otras sociedades, no muy lejanas a la nuestra, la clase media ha ido democratizándose, haciéndose más progresista y más presta a un diálogo alturado, a hablar de memoria y derechos. Aquí,veinticinco años después del fin del terrorismo, seguimos igual de fracturados, igual de inmorales y de crueles. Luchar contra Keiko es luchar contra lo natural para un país como este. Por eso es una lucha tan amarga.