discriminación , Facebook , feis , libertades , Lima , sociedad Martes, 8 noviembre 2016

La Lima de Phillip Butters no existe

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Imagen: Taringa.net

Escribe: Jorge Díaz Untiveros

Te levantas. Te duchas. Sales calato a cambiarte para comenzar el día. «Calato» es una palabra quechua. Tomas el desayuno: leche acopiada en Cajamarca con quinua de los Andes. Comes tu rico pan de trigo (a saber, el 70% del trigo producido en Perú viene de Arequipa) con su salchicha huachana más.

Tomas taxi. Convienen precio. En la radio el taxista escucha Papillón «de Tarapoto… Perúúúú». Luego, lenguaraz como todo taxista, te cuenta que su familia es de Puno y tú respondes que la tuya es de Huancayo. El tráfico hace que conversen acerca de Castañeda, que es chiclayano pero pertenece más a la región Caco, provincia de Metecabeza, ciudad Cutra.

Llegas a tu destino: el banco de un piurano mañosaso apellidado Romero que hizo fortuna en Lima y se volvió, gracias a su vocación perricholista para con el poder, uno de los hombres más importantes del Perú.

Reparas en que, al fin, tienes algo eminentemente limeño: la perricholi como símbolo colonial (porque es huanuqueña de nacimiento). El suspiro también lo es: siendo un dulce, lleva nombre breve, melancólico. Dicho contrasentido podría explicar la taxonomía de esta ciudad caótica de un bocado.

Sales del banco. Te llama de la editorial un ayacuchano de puta madre que, entre otras personas, hizo posible la publicación de tu libro. Cuelgas.

Ahora enrumbas a casa de tu amigo fotógrafo para un sesión: en el taxi se escucha a Los Dávalos cantado Melgar y sientes que estás orillando el río Chili. Luego el flaco Benitez da pie al incombustible Abanto Morales, trujillano cantor, como el huerequeque.

Llegas al estudio. El fotógrafo, hijo de loretanos, otro tipo de la rcsm, mientras prepara el estudio te pregunta si quieres ver un documental suyo ganador de premios titulado «Tacacho con cecina».

Saliendo del estudio me llama la asistenta de mi médico refiriéndome que confirme mi cita. Mi doctor es tacneño como su padre y el padre de su padre.

COLOFÓN: Esta Lima, mi ciudad, en términos de Phillip Butters y sus acólitos del mal, no existe. ¿Qué hacen acá los provincianos?,  se pregunta. Que se vayan, se responde. ¿En serio? Este tipo no entendió nada, ¿en qué dimensión paralela vive?

A mi me gusta la ciudad así, de muchas raíces, de muchos colores; acholada como un buen pisco, que, por cierto, viene de Ica.