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«Que a PPK no se le vaque así y ahora, en una carnicería express empujada por el fujimorismo»

Votar en contra de la vacancia no es creerle o defenderlo. Foto: La República

Votar en contra de la vacancia no es creerle o defenderlo.
Foto: La República

Escribe: Carlos León Moya

Parece que la vacancia de PPK, el jueves, depende del Nuevo Perú.

Sumando votos de las bancadas que ya se han pronunciado, e individuos que se han plegado, los votos rondan los 85. Necesitan 87. Quizá lleguen raspando. Pero si el Nuevo Perú se suma, con sus 10 votos, la suerte de PPK está echada.

Si ese fuese el caso, si dependiese del Nuevo Perú, yo desearía que NO se pleguen a ESTE pedido de vacancia.

Eso no es salvar a PPK: creo, como todos, que el Presidente es casi insalvable. Tampoco es oponerse a la vacancia en sí: no digo que no lo vaquen eventualmente, sino que NO se le vaque DE ESTE MODO, así y ahora, en una carnicería express empujada por el fujimorismo y que solo beneficia a ellos: ¿ya nos olvidamos que Keiko está a punto de caer en manos de la Fiscalía?. Es insensato bajarse al Presidente de la República en una semana. Oigan, bajarse al Presidente de un Centro Federado toma más tiempo. No jodan.

El principal culpable de todo esto no es la izquierda. Es el gobierno. De acuerdo. Pusieron la cabeza sobre la madera. El fujimorismo es el verdugo. De acuerdo. Pero creo que al Nuevo Perú le corresponde, nuevamente, bailar con la más fea: ser responsable y defender una institucionalidad que está a punto de ser barrida, pese a que nadie se lo querrá reconocer después (ya vemos a los animales que todavía le reclaman a Verónika Mendoza haber pedido votar por PPK en la segunda vuelta del 2016. Pf. Si Keiko ganaba ahorita estarían en la DIRCOTE jugando michi). No se le puede pedir lo mismo al Frente Amplio, porque ya han demostrado que la irresponsabilidad y la irrealidad son su consigna.

Creo que eso deberían hacer. Es difícil después de lo ocurrido el domingo (vamos, nadie quiere cargarse a ese muerto), pero nadie está diciendo que el Presidente sea inocente. Tampoco que nos convenció. Es más, sí merece un juicio político.

Pero no esta farsa. No una vacancia veloz que responde, no a un deseo de moralización, sino al deseo suyo de amoldar el Estado peruano a su antojo. ¿Recuerdan cuánto tomó la vacancia de Dilma en Brasil? Sí, por la que todos dijeron «miren cómo los corruptos hacen Rodizio a mi tía, qué tal cuajo». Ya, ¿recuerdan CUÁNTO TOMÓ? ¿Y queremos hacer esto en 7 días? Carajo, sacar una reserva en Central toma más tiempo.

Finalmente, creo que a varios de nosotros la institucionalidad existente nos ha sabido a nada. Desafectos. No le encontrábamos beneficios, no nos generaba afecto. La rechazábamos por burguesa o por neoliberal. De acuerdo. Pero peor es no tenerla. Mucho peor. ¿Ya no recuerdan 1999? No sean pendejos. Nos dirigimos allí. 1997. Como diría el filósofo alemán Jandy Feliz, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Si sigue cayendo esta institucionalidad hecha de quincha, los que van a perder son los más débiles. Y esos somos nosotros. Y también los que decimos representar.