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Esto es lo que debes saber para que dejes de pedir «¡Que se vayan todos!»

Así te ves.

Así te ves.

Escribe: Carlos Tovar Samanez (Carlín)

¡Es el sistema electoral, estúpido! Dejen de repetir como loros «¡que se vayan todos!», porque, con este sistema electoral, los que se vayan serán reemplazados por otros iguales o peores.

Me explico. Nadie, salvo Rosa María Palacios, ha reparado en que los congresistas NO DEBEN gestionar proyectos (la ley les prohíbe iniciativa de gasto). Y lo peor es que los ministros, en su afán de justificar sus negociaciones con los kenjistas, dicen «mi trabajo consiste en recibir a todos los congresistas para ayudarlos a que salgan sus proyectos».

¡No, no y mil veces no! Ese no es su trabajo, y menos el de los congresistas.

Los congresistas deberían estar dedicados a dar las leyes (las reformas que le urgen al Perú) y a fiscalizar, nada más. Pero no hacen eso. Las reformas son arrumadas, trastocadas, convertidas en contrarreformas. Lo que les interesa es «sacar proyectos para su región». ¿Te has preguntado por qué? Muy sencillo: ¡porque eso es lo único que les puede dar los votos preferenciales para ser reelegidos! (además de darles dinero por coimas) ¿Acaso elaborando y promulgando leyes para el bien del país, van a obtener votos preferenciales? Planes de gobierno, programas de reformas, nada de eso les interesa. Por eso estamos como estamos. 

Ahora viene el siguiente argumento estúpido que escucho hace tiempo:

«Yo defiendo el voto preferencial porque así puedo escoger al mejor candidato(a)»

Sí, seguro que escoges al mejor o a la mejor (yo también lo hago) pero, ¿sabes una cosa? Los que salen elegidos no son, por lo general, esas buenas personas que tú conoces, sino más bien unos pillos. ¿Y sabes por qué? Porque los que ganan las elecciones por voto preferencial son elegidos por clientelismo.

Así fue la conformación del Congreso en el 2016. Si se van todos, es posible que volvamos a lo mismo. Imagen: Wikipedia

Así fue la conformación del Congreso en el 2016. Si se van todos, es posible que volvamos a lo mismo.

¿Qué es clientelismo?

Por ejemplo, el dueño de una universidad medio bamba, tiene cientos de empleados, miles de estudiantes, muchos profesores, y tiene empresas proveedoras (las que, a su vez, tienen empleados, y a su vez proveeedores, etc). Toda esa CLIENTELA es la chacra donde el candidato cosecha sus votos. Porque si yo soy empleado, profesor, padre de un estudiante, o proveedor de la universidad del candidato, es probable que vote por ese señor, porque si es elegido, a su universidad le va a ir bien, y eso me conviene.

¿Qué tiene que ver esto con los intereses del país? poco o nada, pero no importa

Además, el dueño de una universidad, como el empresario minero informal, el empresario (como el ahora famoso Mamani) que es proveedor (tramposo) del Estado, el empresario de combis, en fin, cualquiera de los especímenes que ahora encuentras por decenas en el Congreso, TIENE DINERO para pagarse una gran campaña (cosa que tu candidato(a), ese(a) profesional honrado(a) o ese(a) dirigente vecinal que, sabiamente, has escogido, por lo general, no tiene).

Así es la cosa, así es el voto preferencial. Es el sistema en el que ganan los que tienen CLIENTELAS (y qué clientelas: informales, ilegales, delincuenciales, lo que sea). ¿Me dejo entender? 

Por lo demás, ni siquiera debería ser necesario que me esfuerce con estos argumentos. Debería haberte bastado observar, simplemente, los resultados del voto preferencial, mirando la clase de congresistas que han sido elegidos en los cuatro gobiernos consecutivos desde que se restauró la «democracia» (y pongo las comillas por todo lo que explico en este texto).

Si el voto preferencial permite, según tú, que escojas a los mejores candidatos, ¿por qué demonios los Congresos son cada vez peores? Por favor, observa los hechos, no tus ilusiones. El Congreso que tenemos es resultado del sistema electoral perverso. La crisis, la renuncia del presidente, todo eso es producto de este sistema electoral. Y la solución ya está formulada, bien clarito, por lo organismos electorales que han hecho su trabajo junto con Transparencia Internacional.

Hay tres reformas que son claves:

  1. Elecciones internas obligatorias para los partidos políticos (de preferencia, elecciones abiertas a la ciudadanía, como las hizo el Frente Amplio).
  2. Paridad de género y cuota juvenil en las listas de candidatos.
  3. Eliminación del voto preferencial.
"Qui si viyin tidis". Imagen: PCM

«Qui si viyin tidis».
Imagen: PCM

Termino comentando sobre otro lugar común que andan repitiendo como loros:

«Fundemos una nueva clase política»

A ver, una «clase política» (digamos mejor, un nuevo conjunto de políticos) se forja en los partidos políticos. El que milita en un partido político, trabaja y se esfuerza por ese partido con la esperanza de ser elegido, en algún congreso partidario, como integrante de la lista al Congreso.

Ese sería el reconocimiento a su labor de militante abnegado y eficiente. pero… ¡oh, sorpresa!. Luego de obtener un lugar expectante en la lista del partido, ese militante es desplazado, en la votación final, por el candidato «invitado» que es el empresario informal o delincuencial que ha puesto plata para entrar a la lista, que ha puesto dinero para pagarse una gran campaña y que es elegido por su CLIENTELA.

Eso es lo que ocurre, estimado amigo o amiga. Entonces, ¿qué sentido tiene militar en un partido político si, al final de cuentas, los que ganan son otros, gracias al bendito voto preferencial? Eso explica que los partidos hayan ido languideciendo durante estas décadas, hasta convertirse en pequeños grupos que controlan «franquicias». Nada más. Esa es la explicación monda y lironda. La he hecho muchas veces, pero parece que no hay cosa más difícil para el ser humano que reconocer los hechos. 

Así que, por favor, no sigas repitiendo «que se vayan todos», o «forjemos una nueva clase política». Hay que cambiar el sistema electoral. Si no, estamos en lo mismo. Y conste que el cambio del sistema electoral, por supuesto, no es más que un primer paso para reformar el sistema político, el sistema económico, el sistema social, o cualquier otra cosa que queramos reformar en serio. Es solo el primer paso, pero si no se da ese primer paso, no se dará el segundo ni ningún otro.