discriminación , educación , Facebook , feis , libertades , noticias , periodismo , politica , redes sociales , sociedad , violencia Viernes, 6 abril 2018

Esto es lo que debes leer si tú también crees que los estudiantes de San Marcos son unos revoltosos y tirapiedras

oie zhy k reboltozos. Foto: El Comercio

Oie zhy k reboltozos.
Foto: El Comercio

Escribe: Olati Anul

Entras a San Marcos sumamente emocionado porque pudiste lograr al fin seguir una carrera universitaria, esa a la que no podías aspirar porque no tenías los recursos económicos para lograrlo (a pesar que una buena calidad educativa gratuita es OBLIGACIÓN del Estado).

Una vez dentro te das cuenta de que la infraestructura no es la mejor y, peor aún, que no tiene un buen equipamiento o buenos laboratorios para complementar tu formación; que muchos docentes no están actualizados y muchos otros no tienen siquiera la voluntad de enseñar; y encima observas cómo las autoridades hacen lo que les da la gana impunemente.

Entonces tratas de arreglar las cosas, solucionarlo “por las buenas” pero nadie te escucha, y ves cómo poco a poco te faltan menos años de estudio y no has logrado nada.

Así que estallas.

Estallas preocupado porque tu futuro depende de una buena calidad educativa, y no sientes que la has recibido a pesar que por tu esfuerzo lo merecías. Tratas de recurrir a la prensa pero no te prestan atención. Nadie te ayuda y lo único que te queda es salir a protestar para así intentar encontrar alguna solidaridad ciudadana, que sepan las injusticias que estás pasando. 

Lo que no sabías es que las autoridades ya estaban al tanto, y odian que protestes.

Odian que pienses.

Así que te envían a la artillería pesada para reprimirte, callarte e invitarte violentamente a perder. Y desde lo lejos, te lanzan una bomba lacrimógena. Al cuerpo, claro.

No quieren disuadirte, quieren provocarte.

Te lanzan otra, y otra, y muchas más. Así que a estas alturas ya te diste cuenta de que la policía, esa quien debe protegerte, solo está allí para hacerte daño.

En esa desesperación propia de un joven de 23 años que ha sido constantemente abusado y decepcionado por su alma mater, cual perro enjaulado y violentado, coges una piedra y te defiendes.

Y recién allí aparece nuevamente esa prensa que tanto te daba la espalda, pero solo para tomarte una foto y ponerla en portadas con un claro mensaje:

San Marcos, la tierra de revoltosos y terroristas, no es más que un gran un perro rabioso que debe ser sacrificado.