Facebook , feis , politica , redes sociales , sociedad Viernes, 5 febrero 2016

Ahora todo es más claro: César Acuña era fan de Pessoa ¿Qué?

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Caricatura: Andres Edery/El Comercio

Escribe: Emilie Kesch

Defiendo a Acuña y creo que firmemente que toda esta campaña de acusaciones de plagio en su contra, es solo una conspiración del conglomerado de medios, sus opositores políticos, los tuiteros, la industria editorial, la pareja presidencial, la nieta de Picasso y la comisión investigadora del caso Lava Jato para desacreditarlo. Lo ocurrido con el libro «Política Educativa» no es un robo del trabajo intelectual de un tercero, sino una acción de humildad por parte de César Acuña. Me explico: la primera edición del libro es del año 1999 y como autor figura Otoniel Alvarado Oyarce. Luego, en las siguientes ediciones, ese mismo nombre es intercambiado por el de César Acuña. En un ejemplar incluso figuran los dos como co-autores. Es cierto, a simple vista, parece un plagio, una copia, un robo descarado, penoso e inaceptable. El contenido es el mismo desde el prólogo hasta el final, y las únicas modificaciones son el cambio de color o diseño en la tapa y el nombre de autor.

Tienen razones para dudar, pero no pueden encerrarse en una sola hipótesis. Esto puede explicarse de un modo muy simple: César Acuña es fan de Pessoa. Se ha leído desde El poeta es un fingidor, su antología poética, hasta El libro del desasosiego. Es su hincha, al punto que estuvo tentado en llamar a su universidad Fernando Pessoa en vez de César Vallejo. Al final no lo hizo por temas de marketing, pero esa es otra historia. Volvamos a Acuña y su relación con Pessoa: el empresario ha pasado años investigando de modo muy meticuloso el uso de heterónimos por parte del escritor portugués. Su objeto de estudio preferido han sido las diferencias en la escritura de Pessoa cuando se hacía pasar por un tal Alberto Caeiro, o por Álvaro Campos, o Ricardo Reis. Un hombre que inventa otros tres hombres y se hace pasar por ellos. Escribe desde ellos.

La sola idea ha removido a Acuña por años. Y justo por eso, cuando publicó «Política Educativa» decidió inventar un autor. Otoniel Alvarado Oyarce no es otro más que Acuña. Es un personaje creado por él, en honor al gran Pessoa. Todo esto no es más que una travesura creativa y un homenaje a su escritor favorito.

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César Acuña público el libro de Otoniel Walter Oyarce como suyo. Foto: El Comercio

Luego, en un acto de total honestidad, decidió acabar con la jugarreta inocente y colocar su nombre como autor. Decir la verdad y no esconderse en un heterónimo. El problema es que, a pesar de ser un visionario, no imaginó el circo romano que se armaría por algo tan insignificante. No creyó que la última estocada en su contra vendría a causa de una treta artística. Y ese sí fue su error. Acuña debió tener en cuenta que vivía en un país de tontos y ciegos. De tipos que no leen un solo libro, que estiran el cuello en los exámenes de admisión, que compran doctorados y maestrías. Acuña olvidó que su campaña presidencial era en el Perú, en esa patria de vivos, ladronzuelos, coimeros y corruptos. En el hampa de Latinoamérica.

Fue un ingenuo y ahora está pagando por ello.

Por cierto, el hecho de que haya aparecido un supuesto profesor afirmando que él es el mismísimo Otoniel Alvarado Oyarse, es una mentira. Ese hombre es un impostor, un ladrón de identidades. Un engaño del conglomerado de medios, sus opositores políticos, los tuiteros, la industria editorial, la pareja presidencial, la nieta de Picasso y la comisión investigadora del caso Lava Jato.