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Tienes que leer este memorex de Vargas Llosa sobre Hernando de Soto en «El pez en el agua»

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Este es el oscuro secreto de quien sería el nuevo jale de Alfredo Barnechea. Imagen: vía Correo

Escribe: Eduardo Gonzáles-Cueva*

Entre los miles de volúmenes de su vasta biblioteca, Alfredo Barnechea debe de encontrarse «El pez en el agua», el recuento que hace MVLL sobre la campaña de 1990.

Ahí, en ese texto escondido, se define a Hernando de Soto, reciente «jale» del candidato Barnechea.

Ahí ha de estar, ignorada, amarillenta, esta página:

«Cuando la movilización contra la estatización, Hernando de Soto estaba de vacaciones, en la República Dominicana. Lo llamé, le conté lo que ocurría y él adelantó su regreso. Al principio mostró reservas contra el mitin de la plaza San Martín —propuso, a cambio, un simposio sobre la informalidad en el coliseo Amauta—, pero, luego, él y toda la gente del Instituto Libertad y Democracia colaboraron con entusiasmo en su preparación. Su brazo derecho de entonces, Enrique Ghersi, fue uno de los animadores y Hernando uno de los tres oradores que me precedieron. Su presencia en ese estrado dio lugar a muchas presiones en la sombra, que yo resistí, convencido de que quienes se oponían a que hablara, entre mis amigos, alegando que sus palabrejas en inglés provocarían risotadas en la plaza, lo hacían por celos y no, como me aseguraban, porque les parecía un hombre con más ambiciones que principios y de dudosa lealtad.

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Why de Soto why? Imagen: vía La Mula

Su conducta posterior dio amplia razón a mis amigos. La víspera misma del mitin del 21 de agosto, del que era en teoría parte activa, De Soto celebró una discreta entrevista con Alan García en Palacio de Gobierno que sentó las bases de una provechosa colaboración entre el gobierno aprista y el Instituto Libertad y Democracia que catapultaría al personaje en una carrera de un arribismo desalado (que alcanzaría nuevas cumbres, luego, con el gobierno y con la dictadura del ingeniero Fujimori).

Aquella colaboración fue astutamente ideada por Alan García para publicitarse, de pronto, a partir de 1988, en uno de esos vuelcos acrobáticos de que los demagogos son capaces, como un súbito promotor de la propiedad privada entre los peruanos de escasos recursos, un presidente que realizaba una de nuestras aspiraciones: hacer del Perú un «país de propietarios». Para ello se fotografiaba a diestra y siniestra con De Soto, el «liberal» del Perú, y propiciaba ruidosos y, sobre todo, costosos proyectos —por la millonaria publicidad que los rodeaba— en los pueblos jóvenes, que Hernando y su instituto realizaban para él en lo que pretendía ser una competencia abierta con el Frente. La maniobra no tuvo mayor efecto político en favor de García, como éste esperaba, pero sirvió, en lo que a mí concierne, para conocer los alcances insospechados del personaje al que, con mi ingenuidad característica, llegué a creer en un momento capaz de adecentar la política y salvar al Perú».

Y eso. Un recordaris, porque los libros no hay que abandonarlos.

*Texto tomado de «El Pez en el agua» de Mario Vargas Llosa