Un tribunal archiva expedientes, pero no borra el pasado

Imagen: vía Hernán Migoya

Escribe: Renato Cisneros

Cuando se trata de legitimar los «logros» del gobierno de Fujimori, sus seguidores lo encumbran como el líder infalible, el jefe de las fuerzas armadas, el maestro y guía de cuanta operación permitió, por ejemplo, «ganarle al terrorismo». Sin embargo, cuando se trata de explicar los imperdonables horrores de la corrupción, resulta que ese mismo presidente era un pobre e incauto señor a cuyas espaldas actuaba una tira de mafiosos que trabajaban ilegítimamente para su reelección, solo que sin su anuencia ni complicidad.

Ya, pues. Daría risa si no fuera porque ahora esa tesis delirante ha sido acogida por el Poder Judicial para absolver a Fujimori del escándalo de los diarios chicha, donde se manipularon cientos de contenidos periodísticos con los objetivos canallas que ya todos conocemos.

Felizmente la memoria no absuelve tan fácilmente. Y si bien muchas veces hemos pecado de amnésicos y concesivos ante el poder, de un tiempo a esta parte da la impresión de habernos vuelto más críticos y firmes respecto de lo que nos ocurrió como sociedad en esos años funestos. Hay delitos que jamás se olvidan, por mucho que se pretenda encubrirlos con fallos favorables. Un tribunal archiva expedientes, pero no borra el pasado. Su pequeño poder jamás alcanzará para eso.