Sorry, Aldo, pero Yrigoyen #wasright

Utero.Pe

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Foto: vía elmontonero.pe

Escribe José Carlos Yrigoyen

Hoy Aldo Mariátegui comenta mi crítica del viernes en su columna. Me agradece con amabilidad, lo que valoro sinceramente. Sin embargo, insiste en reafirmar la validez de algunas de sus afirmaciones que yo he señalado como errores en mi crítica. En aras de la verdad y con el deseo de que haga las correcciones pertinentes en la segunda edición de su Octavo Ensayo, le replico.

1. Mariátegui dice: «Reafirmo que antes se necesitaba el 36% para ser electo presidente.» El problema es que no fundamenta su aseveración con una sola fuente. Yo sí lo voy a hacer. El artículo 138 de la constitución de 1933, que rigió para las elecciones de 1962, dice lo siguiente: «Para ser proclamado Presidente de la República por el Jurado Nacional de Elecciones, se requiere haber obtenido la mayoría de sufragios, siempre que esta mayoría no sea menor de la tercera parte de los votos válidos. Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría requerida, el Jurado Nacional de Elecciones dará cuenta al Congreso del resultado de escrutinio. En este caso, el Congreso elegirá Presidente de la República entre los tres candidatos que hubieren obtenido mayor numero de votos válidos.»

Como sabemos todos, el tercio de 100% no es 36%, sino 33.3%. Haya de la Torre no consiguió ese tercio en 1962, sino el 32.98%. Por lo tanto, lo que afirma Mariátegui, como repito, es un error. (Agradezco a Fernando Tuesta Soldevilla por su asesoría en este tema)

Mariátegui estuvo de acuerdo con la crítica de Yrigoyen, pero discrepó en ciertos puntos. Foto: vía La Mula

2. Mariátegui afirma que «Luciano Castillo sí era un cacique provinciano rojo.» El problema es que en su libro no dice eso, sino que el Partido Socialista era un partido de izquierda dura. Y nunca lo fue. Fue un partido reformista, de estirpe socialdemócrata. Como comenta Rafael Roncagliolo en su libro ¿Quién ganó? Elecciones 1931-1980 (1981) el PS de Castillo era casi «un club liberal progresista, ajeno a las grandes convergencias de la izquierda». Difícil llamar a eso un partido «duro».

Como en los otros dos puntos observados Mariátegui termina coincidiendo conmigo, no hago mayor comentario. Le aconsejo que realice las rectificaciones en su segunda edición, por la rigurosidad documental que su libro merece.

No más preguntas, señor juez.