discriminación , Facebook , feis , internacionales , libertades , noticias , politica , sociedad , violencia Viernes, 11 noviembre 2016

Este es el análisis más escalofriante que leeremos sobre la victoria de Donald Trump

No se trató únicamente de que no querían a una mujer en la Presidencia

Viñeta de Sciammarella del 10 de noviembre de 2016 para El País de España

Viñeta de Sciammarella del 10 de noviembre de 2016 para El País de España

Escribe: Gabriela Zavaleta

Esta semana leía el que me parece el mejor análisis sobre la interseccionalidad de ser mujer, ser ambiciosas y estar destinadas al fracaso, en relación a la candidatura de Hillary Clinton. El artículo lo escribió Sady Doyle, autora de Trainwreck, un libro que habla justamente de cómo nuestras sociedades están configuradas para desconfiar de las mujeres ambiciosas y anhelar que fracasen estrepitosamente en sus intentos por llegar al éxito.

Las vemos como peligrosas distorsiones de la realidad, cuyos éxitos simplemente no pueden ser posibles ni reales, y tienen que ser detenidas. Y no solamente eso, sino que estas odiadas mujeres únicamente consiguen el cariño de la gente cuando son derrotadas, cuando fracasan irreversiblemente o simplemente cuando se mueren.

Como la querida Lady Diana, que antes de morir era una mujerzuela promiscua y vergüenza para la corona británica. Amy Winehouse, adicta pero una leyenda después de muerta.

Aparte de estos casos, no conocía el de la primera ministra de Australia, Julia Gillard, quien después de tres años en el cargo más alto de la política de su país renunció después de una horrorosa campaña de desprestigio que incluyó caricaturas pornográficas de ella, el ser vilipendiada por no tener hijos, y que su propio partido la convirtiera en una paria.

No volvió jamás. Su pecado fue ser mujer, entrar en la política y atreverse a tener éxito sin ser el modelo de mujer que la sociedad nos enseña. Suena a Lourdes Flores Nano, ¿no?

Después de que Hillary perdió la carrera por la presidencia, Donald Trump dijo que “Hillary ha trabajado muy duro y por mucho tiempo y le debemos una enorme deuda de gratitud por sus servicios al país». Durante la campaña anunció que la encarcelaría, que no era lo suficientemente atractiva y que era una mujer muy desagradable.

Pero no se trataba únicamente de que no querían una mujer en la presidencia. Va más allá de la misoginia desmedida que a la vez se ha desplegado contra Hillary Clinton y desde Donald Trump. No se trataba únicamente del odio a las mujeres, sino del odio visceral a todo lo que fuera diferente:

Los blancos, hombres y mujeres, han votado por el supremacista blanco populista que ha sido respaldado por el Ku Klux Klan y organizaciones neonazis. Y lo han hecho con orgullo, llevándolo bien adentro, a la cabina de votación, donde nadie te ve ni te puede juzgar. Y en la sagrada anonimidad del voto eligieron a Trump.

Quien lo explica mejor es la analista afroamericana Danielle Moodie-Mills en una intervención para la televisión canadiense.

Aquí la traducción:

“No creo que esto se trate de gente diciendo ‘No podría aceptar a una mujer para esta tarea’. Esto es mucho más grande que eso. Esto se trata de, y lo voy a decir porque literalmente no tengo nada más que perder, la última batalla de la supremacía blanca en Estados Unidos. Eso es todo. Así es como se ve. Han sido afroamericanos expulsados de los mítines. Ha sido un niño con parálisis cerebral cuya silla de ruedas fue pateada. Esto ha sido odio en un nivel que no habíamos visto desde Jim Crow.

Y ustedes quieren hablar sobre si Hillary Clinton es agradable, si esto fue acerca de los correos electrónicos… no. Como estadounidenses subestimamos cuán profundo corre nuestro odio por el otro, cómo se sienten los estadounidenses blancos sin educación acerca del cambio demográfico. Subestimamos el nivel de odio puro y visceral. Y lo que tuvimos fue a un hombre que anduvo por ahí avivando cada fuego, encendiendo cada antorcha, y abriendo todas las compuertas».

La supremacía blanca y sus manifestaciones en otras identidades nos joden la vida de miles de maneras porque es la que sabe que concentra el poder de hacer y deshacer como le venga en gana. El tipo de humano más privilegiado de la historia ha embestido nuevamente, cuando estaba en el mayor peligro, para demostrar que ser hombre, blanco, heterosexual y cisgénero es la carta más poderosa que existe en nuestro planeta… aún. Aún.