corrupción , Facebook , feis , noticias , politica Jueves, 8 agosto 2019

3 razones rapiditas (e impopulares) para no romantizar el retorno de Susy Díaz al Congreso

Escribe: Diana Chávez

No sean palomas, pues: a mí también me cae muy simpática Susy Díaz, pero de ahí a ponerla de estándar parlamentario hay un gran trecho:

Imagen: Perú 21

Imagen: Perú 21

1. ¿Ser popular te hace buen congresista / buen polític@?

Les tengo una palabra de respuesta: Chibolín. O dos: Brad Pizza. Están en cola esperando porque creen que también se lo merecen, porque también son populares. Y bueno, si hablamos de popularidad, los pastores evangélicos son estrellas de rock en sus templos. ¿Queremos jugar a eso?

2. ¿Haber tenido alta producción legislativa te hace buen congresista?

NO. De hecho, el 2014 en un fenecido ranking de “eficiencia legislativa” Sergio Tejada sacó 0%. ¿Alguien duda que Sergio fue de lo mejor que tuvo el Congreso pasado? Producir leyes no significa NADA. Muy por el contrario: producir leyes sin control sobrecarga el trabajo de las comisiones del Congreso e incentiva la producción legislativa de baja calidad, al punto que hay proyectos de ley que son PARTIDOS (sí, como una torta) aunque traten de lo mismo, solo por hacer bulto. O altos volúmenes de proyectos declarativos que o no sirven de nada, o sirven para pagar favore$ políticos.

3. ¿Pagar tu reparación civil es un mérito?

Susy Díaz el día que fue condenada por recibir dinero de Montesinos. Sí, ahí también está Vladi Imagen: América TV

Susy Díaz el día que fue condenada por recibir dinero de Montesinos. Sí, el de al lado es Vladi.
Imagen: América TV

YA PUES, JUVENTUD. Si tienes que pagar reparación civil al Estado es porque delinquiste. En el caso de Susy, por recibir dinero de Montesinos. O sea, como de la Caja 2, pero robado directamente al Estado Peruano. Ah, y bueno, ¿no se supone que queríamos hacer imprescriptibles los impedimentos de postulación a quienes han cometido este tipo de delitos? 

Bueno. Eso. Se supone que esta crisis con sabor a los 90 nos había vuelto electores/as exigentes, responsables y qué se yo. Se supone.