Facebook , feis , gastronomía Sábado, 26 marzo 2016

Esta es la verdadera historia detrás del chef Gastón Du Postre

Imagen: Facebook

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Escribe: Manuel Jimenez

Se fue Gastón a hacer postres en el cielo

Mi querido amigo, el cineasta Jean Yves Laurent, interpretó a Gastón Du Postre, el personaje de ficción que inventé para un comercial de Cocoa Winter´s y que luego fue adaptado para un programa culinario de TV. A raíz de un reportaje que más de dos años atrás le hizo El Comercio a Jean Yves, quedamos en contar alguna vez la verdadera historia de Gastón, ya que el reportaje estaba lleno de datos equivocados sobre el dichoso «chef patissiere» que terminó siendo «chef cuisiniere» .

En la productora Video Spots, dirigida por Hugo Fernández y Jean Yves, mi tarea consistía en dirigir los comerciales y documentales y también escribir los guiones. Uno de los clientes de Video Spots era Winter´s , fabricantes de chocolates y cocoa. Volker Man, experimentado hombre de publicidad, era a la sazón jefe de publicidad y marketing de Winter´s y, partiendo de la idea del consumo de cacao peruano en el extranjero, en especial en Francia, nos encargó crear un comercial dirigido a un Público Objetivo Alto, aficionado a preparar postres finos y caros y simultáneamente a un PO Medio, consumidor de chocolate en taza. Apuntaba pues a vender frascos y sobres de cocoa. Un poco complicadita la cosa.

Como siempre sucede, después de muchas vueltas y pruebas, escribí un guión y dibujé el story board. Se trataba de un chef patissiere que regresaba a Francia con frascos y sobres de Cocoa Winter´s en la maleta para celebrar la Navidad con su familia y los vecinos.

Fue inspirándome en que Jean Yves se había ido justamente a Francia a visitar a su familia (qué difícil es ser «creativo»¿no?). Un par de días antes de la presentación, Jean Yves, que era muy aficionado a la cocina y a la repostería, volvió de su viaje y trajo uno de los libros que se muestran aquí. Al leer el nombre del autor, Gastón Lenotre, inmediatamente saltó el nombre del chef del comercial: Gastón Le Postre y vi a Jean Yves como el personaje. Sin perder tiempo en un par de horas, cambié y simplifiqué la historia, que quedó tal como se grabó. Con el nuevo guión en la mano, le dije a Jean Yves:

-¡Tú eres Gastón!-

-Ni hablar, me dijo. Yo me muñequeo frente a una cámara y a continuación me cambió el «Le» por «Du».

Pero yo en el fondo, sentía que sí le gustaba la idea de hacer el personaje. Así nació Gastón Du Postre.

Imagen: amazon.com

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La historia le encantó a Volker y a los hermanos Winter y desde ese momento, nos abocamos a buscar a quien pudiera interpretar el personaje. La búsqueda fue larga, creo que ha sido la más larga en todos mis años de realizador; durante más de tres meses probamos actores nacionales, extranjeros, aficionados, modelos, locutores, gordos, flacos, jóvenes, de mediana edad, maduros, viejos y ninguno daba el personaje, que además tenía que hablar con acento francés..

Ante cada fracaso, yo veía algo que brillaba de manera extraña en los ojos de Jean Yves. No había que ser adivino para darse cuenta que él quería hacer de Gastón, pero no se atrevía a decirlo.

El cliente ya estaba impaciente por su comercial. Entonces le dije: Jean Yves, hagamos una prueba. Aceptó con entusiasmo, pero durante la grabación, se olvidaba del texto y tenía dificultad con los matices de la voz. De mutuo acuerdo, llamamos a Hugo Salazar, ese extraordinario imitador y humorista y en menos de un minuto de conversación con Jean Yves, sacó su voz idéntica. Grabamos el playback y quedó en una sola toma. Jean Yves ensayó un poco el doblaje e hicimos una prueba grabada y editada con un uniforme de cocinero cualquiera.

El cliente aprobó el personaje y a grabar el comercial se ha dicho. July Reyes, la productora, mandó a hacer un uniforme copiando el del libro de Gastón Lenotre. En muy poco tiempo se armó el escenario que era muy simple y se preparó la utilería: postres y demás. Tomas van, tomas vienen y entre cada corte había que sacarle el gorro a Jean Yves-Gastón para retocarle el maquillaje y se lo volvía a poner para una nueva toma. Nadie se diera cuenta, medio cegados por la preponderancia de las tonalidades blancas del ambiente, de que la costura del gorro cambiaba de lugar.

Cuando fuimos a editar, el gorro parecía que giraba en la cabeza del chef. Al día siguiente tuvimos que empezar una nueva grabación, teniendo especial cuidado en que la costura estuviera siempre en el mismo sitio, haciéndola coincidir con una marca en la parte posterior de la cabeza.

Terminamos la edición, el gorro ya no se movía; la actuación y el sincro de la voz estaban perfectos, los postres, la luz y los tonos blancos también estaban correctos. Pero esta vez, la vista se dirigía cruel e irremediablemente al uniforme. La tela se notaba gruesa, burda, ordinaria, no como la que se veía en el libro de Gastón Lenotre.

Así que a buscar un uniforme auténtico. Increíblemente, gracias a la dedicación que July siempre le ponía a su trabajo, encontró un auténtico chef patissiere suizo en una confitería de La Aurora que tenía el verdadero uniforme. Exacto al de Gastón Lenotre.

Fue difícil convencerlo que alquilara su uniforme pero cuando se logró y se grabó por tercera vez, el comercial quedó listo y a satisfacción de todos. Aunque esta vez los postres estaban hechos con cajas de cartón, pintura marrón y chizitos, porque el presupuesto ya había volado. No está demás decir que esa Navidad, se agotó el stock de Cocoa Winter´s.

Esto es lo que queríamos contar con Jean Yves y así corregir el reportaje de marras y de paso desmentir lo que Wikipedia ha publicado, entre ello que el comercial se grabó en una sola toma y que Jean Yves no sabía cocinar. Al contrario, siempre estaba preparando platos especiales y dando recetas.

A mí mismo me dio más de un par. A pesar de que tuvo mucha popularidad con el bendito Gastón, Jean Yves nunca se sobró. Creo que lo tomaba como un juego. Adonde iba lo reconocían y le decían «¿Y ese odios apagatitó?».

San Pedro le debe haber dicho lo mismo y Jean Yves-Gastón habrá tirado su pequeño rayador y al romper un vidrio de la puerta del cielo debe haber dicho; «¡Oh la lá!»
Descansa en paz, querido amigo.