Facebook , feis , noticias , politica , violencia Jueves, 22 junio 2017

Este es el testimonio del chibolo gomeado que PPK debería leer si no quiere terminar vacado

Escribe: Carlos León Moya

Ayer me apanaron en el colegio.

El matón del lonsa me metió un pollazo en el ojo y gritó «apanado con pollo». Lo mismo de siempre: flemazos, insultos, callejón oscuro, todos me sacaron la ñoña y encima me robaron la lonchera. Creo que me odian por chancón, por demócrata, por íntegro. Por ser el brigadier.

Composición: Útero.Pe

Composición: Útero.Pe

Llegué a casa con el orgullo en el sótano y mis lentes partidos en tres. Papá me miró con pena.

— ¿Te están lorneando, hijo?

— Más o menos, papá.

Los dos tenemos los mismos lentes de poto de botella, los dos tenemos un inhalador colgando del cuello, a los dos nos da hipo cuando nos reímos.

— Mira, hijo, yo sé que no te gusta pelear, pero la única manera en que pares esto es metiéndole un combo al matón ese.

— Pero papá, no me gusta pelear.

— Yo sé, hijo. A mí tampoco me gusta. Y me pasaba lo mismo que a ti. Pero tu abuelo me dijo una vez: métele a ese cojudo su estate’quieto. Lamentablemente el colegio es una jungla y las campañas anti-bullying todavía llegarán a tu salón en 15 años. La única manera para terminar con gente así es meterles un combo y hacerles el pare. No hay otra. Si no lo haces, vas a ser el punto de tu salón hasta que acabes el doctorado.

— ¿Aún así sea en Inglaterra?

— Hasta Nueva Zelanda te van a buscar. En serio, hijo. Ven, vamos, te voy a enseñar a boxear.

Me pasé toda la noche entrenando con papá, uno, dos, tres golpes, box, muay thai, jiu jitsu. A las once de la noche ya era Royce Gracie y le metí un zankako a mi papá que casi lo mata. Confiado, tomé mi leche calientita con Milo y me fui a dormir abranzando a mi Baldor.

Cualquier parecido con la realidad NO es coincidencia. Imagen: Perú 21

Cualquier parecido con la realidad NO es coincidencia. Imagen: Perú 21

Hoy en la mañana salí decidido al colegio. Durante todo el trayecto silbé la canción de Rocky 97 veces, en el pasillo del colegio le metí una patada al tacho y salió volando 14 kilómetros, se me veían las venas del brazo como a Gokú.

Allí estaba él. Alto, sucio, la vieja technocumbia de fondo, su polo naranja de una azucarera del norte, su mancha de 70 matones.

Allí estaba él.

Abrí la puerta.

Alguien la cerró.

— ¡No, no, no! Por favor, no hagas eso. Esa no es la vía.

— ¿Qué, quién eres?

— Tú solo escúchame: esa no es la vía para solucionar las cosas, eso no lleva a nada. Lo que pasa es que no has dado señales de tu amistad.

— ¿Cómo?

— Tienes que tender puentes con él, lograr un gran pacto de unidad con el matón. ¿No eres íntegro, demócrata, transparente? Tú eres el brigadier. Vamos, no pienses en ti, piensa en el salón, en el crecimiento del periódico mural que el próximo año debería llegar a 3%.

— Pero todo el tiempo me saca la mierda.

—  No, eso es normal. A los 3 lornas de los últimos 15 años le han sacado la mierda igualito. No seas exagerado. Allí están los datos.

—No puedo abrir el ojo por el moretón de ayer.

—  No seas rencoroso, por favor. Tú tienes que mostrar grandeza. Además, admite tus faltas: no tienes operadores. Necesitas operadores que le den confianza al matón y te tome en serio. Regálale un iPad.

— Pero él no habla, solo me pega.

— Es que tienes pequeños gestos que no le gustan al matón. Por ejemplo, sacar buenas notas en la Prueba PISA. ¿Para qué sacas buenas notas en ese curso? Anda, sácate 13 y te empezará a querer.

— ¿Estás seguro?

— Claro, confía en mi. Yo solo quiero lo mejor para el salón.

Pensé 10 segundos.

20.

30.

Abrí la puerta. Caminé hacia el matón. Su mancha se fue hacia atrás diciendo «uuuuuuuuuuuuhhhhhh» en coro, movían la mano de arriba a abajo como si se estuviesen quemando, sácale la mierda, ta’ huevón ese, se te achoró.

El matón salió al frente.

Yo me le cuadré.

La gente estaba expectante. Escuché con nitidez el silencio. Miré la cara de todos: por primera vez les inspiraba respeto. Conocí por fin lo que era el respeto.

Cerré los puños.

Tomé aire.

Hola, oye, ¿sabes? Vengo porque hay mucha crispación entre nosotros, y no es bueno para el salón, ¿no? Entonces vengo a conversar y hacer las paces porque…

Mis lentes salieron volando, se me cayeron cuatro dientes, el golpe me torció el tabique. Luego vinieron los 70 matones a cagarse de risa y pisarme la cara, el cuello, la espalda. Me volvieron a robar la lonchera y le dieron vuelta a mi mochila. Me quitaron mi cinta de brigadier y la metieron al water.

Y ahora estoy aquí, colgado del mástil. Miro al piso y me da miedo: si se rompe mi calzoncillo me mato. Ya son las seis de la tarde y nadie viene a rescatarme. Todavía recuerdo las palabras del matón al irse, tras sacar la bandera del Perú y poner mi calzoncillo en su lugar.

Puta, huevón, casi nos caga ese conchasumare. Yo creí que nos iba a mechar. ¿Viste cómo tenía las venas? Pero no, lorna es pe. Lorna.