Elecciones 2016 , Facebook , feis Viernes, 12 febrero 2016

«Guzmán tuvo la pista libre para crecer casi todo lo que logro PPK recién en abril de 2011»

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Imagen: Gestión

 

Escribe: Iván Lanegra

¿Era previsible la subida de Guzmán a inicios de diciembre? Como muchos pensaban -incluyéndome-, sí. Pero no al nivel que las encuestas registran ahora. 13 puntos entre enero y febrero es realmente sorprendente. Más allá de lo vulnerable que sigue siendo su candidatura, ¿qué cambió para permitir ese despegue?.

Desde luego, el primer paso fue ser visible, y el ascenso en redes fue un punto de apoyo. Aquí hubo una estrategia bien pensada y bastante trabajo previo. Tardó en pegar, pero finalmente lo logró. Luego vino la televisión y entrevistas en distintos medios. Aunque cometió varios errores en ellas, logró hacerse conocido -en eso ayudaron muchos sus competidores- explotando claramente el elemento de lo nuevo.

Este adjetivo parecía estar reservado a Acuña, pero el escándalo de los plagios ha cortado su ascenso en los sectores urbanos más informados. Y, del otro lado, PPK tomó pésimas decisiones, enfatizando lo tradicional, minando sus posibilidades de mostrarse como «renovado». El desplome de Toledo, los problemas de García y la ausencia de una estrategia clara de Mendoza también ayudaron.

Guzmán tuvo la pista libre para crecer casi todo lo que logro PPK recién en abril de 2011. Es interesante ver cómo Barnechea, con una estrategia clara, pocos recursos y también apareciendo como un «nuevo» (aunque veterano), ya salió de «otros». El problema es que ha llegado tarde. Quizá crezca, pero no aparece aún como una competencia seria para Guzmán.

Que Guzmán aparezca ya empatado con Keiko Fujimori en segunda vuelta puede reforzar la idea de que es la mejor alternativa entre las disponibles para competir con ella, y lograr lo que nadie pudo en el 2011, aglutinar el voto de centro. Faltan casi dos largos meses, que en las campañas peruanas son como dos años. La lección hasta ahora es que las decisiones estratégicas pesan mucho en una competencia electoral en donde las personas pesan más que las organizaciones.