Facebook , feis Domingo, 12 junio 2016

Anoche, 50 personas salieron a bailar y terminaron muertas

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Foto: Público.es

Escribe: Jimena Ledgard

Terrible, terrible, el atentado homofóbico en Orlando, donde un hombre armado entró a una discoteca gay y disparó sin descanso contra los hombres que estaban allí, matando a 50 personas y dejando por lo menos a otros 53 heridos.

Por favor, ¿cuándo vamos a entender que cuando un político, una institución religiosa, un amigo o un pariente hace comentarios homofóbicos, acusa de contranaturas a las personas, repiten que van contra la voluntad de Dios, afirma que los homosexuales o las lesbianas son culpables de la degradación de la sociedad o denigra, insulta y humilla a alguien por su orientación sexual o identidad de género, valida a psicópatas como estos? Solo hay una respuesta posible frente a la homofobia: NO ES ACEPTABLE.

No hay homófobos buenos y homófobos malos. El homofóbico que no es capaz de herir a una mosca pero que repite en las aulas de colegios, desde el púlpito de una iglesia o en los medios de comunicación, que la homosexualidad está mal y debe ser condenada y reprimida, o que los homosexuales no deben tener los mismos derechos que él, está dejando ese mensaje en los oídos de una persona que podría actuar sobre esa idea. El familiar amable y divertido pero que suelta comentarios homofóbicos e insultantes en la mesa del almuerzo quizá no mate a nadie, pero lleva en sus palabras el discurso que hace que otros sí maten, que otros sí insulten, que otros le revienten la cabeza a un chico que cometió el terrible error de caminar por la calle siendo homosexual. El amigo o el colega de trabajo que hace lo mismo sin que le digas nada porque no quieres caer pesado, también. El homofóbico que solo lleva un mensaje también tiene sangre en las manos. Se acabó. No puede haber tolerancia con discursos que fomentan el odio, porque los discursos de odio engendran odios que abandonan el discurso y se llevan a la realidad.

Anoche, 50 personas salieron a bailar y terminaron muertas. Desde esta mañana, millones de personas en todo el mundo suman una razón más a la interminable lista de motivos por los que sienten miedo de amar con libertad, de caminar de la mano con la persona que quieren, de salir a bailar, de hablarle a un chico que les parece guapo, de ser felices. Demasiado terrible.