Dejen en paz a Seymour Hoffman
Un actor excepcional, que hizo uso de su derecho a autodestruirse. No sé si fue su caso, pero por principio pienso que en seres muy talentosos, no queda sino el placer de la autodestrucción, algo absolutamente digno de respeto e indigno de compasión.
Rafo León, hace 55 minutos.
Dejen en paz a Seymour Hoffman, a Cobain, a la maravillosa Amy y a todos aquellos a los que el espíritu no les cabía en la delimitación arbitraria de un cuerpo de carne y hueso. ¿Tenían las alas rotas? Puede ser, pero hay millones de gentes así de trabadas que no se dan cuenta de nada y siguen viviendo, sin ponerle cara a la raíz de su rabia de vivir. Frente a esa medianía neurótica y emperrechinada en continuar, prefiero mil veces a quienes se miran al espejo con una hipodérmica pinchada en el brazo y dicen adiós a la desconfianza y a la banalidad y se van en una barca llena de adherencias marinas, de fósiles, de hermosas medusas azules, de esponjas bermellón, a un nuevo océano que solo ellos conocerán.
