Facebook Miércoles, 9 abril 2014

«La vida del cocinero consiste en hacer felices a los demás y cuando esto no sucede, hemos defraudado»

escribe Gastón Acurio

Cuando una persona tiene un trabajo publico, es normal que con el tiempo su vida , sus acciones, incluso su intimidad, tiene ante los demás, una lectura completamente distinta que la que tendría aquel que tiene una actividad mas privada.

Por ello es importante que quien ejerce una vida publica entienda que si bien su posición le abre enormes oportunidades también lleva consigo INELUDIBLES responsabilidades.

Atrás quedaron aquellos tiempos en que las personas publicas borrachas de vanidad, se perdían en las alturas de su egolatría mirando de arriba abajo a aquellos que los aplauden.

Hoy, las personas publicas, saben que en este mundo conectado, sus acciones, sus palabras, sus gestos son vistos muy de cerca, pero sobretodo saben que con sus actos pueden influir positiva o negativamente en los demás.

En ese sentido las personas publicas hoy intentan usar ese poder que quien lo sigue y lo escucha le ha dado, para hacer el bien allí donde pueda, para ayudar a otros, promocionar a otros, compartir el éxito de otros, aplaudir, alentar , reconocer y sobretodo agradecer. Esta pagina es un ejemplo de ello.

Porque de eso trata la vida publica. De agradecer a cada instante por las oportunidades que te da la vida de manera que con tu trabajo ayudes a construir, integrar, compartir, avanzar.

Cierto es que en el camino uno no podrá contentar a todos.

Cierto es que entre las muestras de cariño incesantes habrán quienes se sientan defraudados por un error, una omisión, una palabra mal puesta, una distracción o simplemente porque no era lo que esperaban.

Y es que la vida es así. No todos somos iguales, ni sentimos igual ni esperamos lo mismo de otros. Lo que a unos les gusta, a otros no. Lo que a unos les parece hermoso a otros le puede parecer horrible. Lo importante en cada caso es estar alerta, no para defenderse, no para atacar, no para huir sino para escuchar, para perdonar y pedir perdón, para aprender y avanzar. Para aceptar que somos diferentes. Que esa es la esencia de la humanidad.

Cada día, los cocineros que trabajan junto a mí dan de comer a veinte mil personas.

Si. Veinte mil personas.

Vivo orgulloso de ellos porque sé que la mayoría de esas personas que visitan sus cocinas se van felices.

Muchos de ellos muy felices.

Vivo agradeciendo cada día a esas veinte mil personas que nos eligen porque al hacerlo dan vida a toda una cadena detrás que empieza en el mar, en el campo, en la juventud, generando toda una dinámica de riqueza, progreso e integración entre miles y miles de personas.

Por ello la tristeza me invade cuando alguien de esas veinte mil personas se va triste o defraudada. No siento temor. Porque se que dimos todo de nuestra parte con honradez.

No siento preocupación por lo que pueda decir a otros. Al contrario. Siento un agradecimiento hondo porque es la oportunidad única para aprender, corregir, avanzar. En realidad siento pena porque la vida del cocinero consiste en hacer felices a los demás y cuando esto no sucede, hemos defraudado y nuestra vida trata de eso. De no defraudar.

Pero siento pena sobretodo por los chicos que cada día se entregan horas de horas en sus cocinas a hacer felices a los demás. Porque ellos cuando ven a alguien molesto o decepcionado, o cuando leen una critica por mas subjetiva y personal que pueda ser, por lo general se sienten responsables de lo sucedido. Y en su juventud, sentimientos encontrados aparecen.

Cuando eso sucede, suelo hacer siempre lo mismo. Explicar que es una oportunidad para mejorar, que nunca podremos hacer todo perfecto, que nunca así lo hagamos podremos contentar a todos, que lo que toca , como siempre lo hacemos, es aprender, corregir, avanzar, pero sobretodo les digo que no se preocupen porque al final es la persona que los lidera, la persona publica la que saldrá al frente. Que ya les llegara el momento pero que por ahora solo toca, agradecer, aprender y avanzar.

Estuvimos 20 años en Astrid y gaston Cantuarias. Allí ganamos todos los premios que uno pueda soñar. Allí en un momento hacíamos un menú degustación de 30 pasos, una carta de 50 platos, piqueos de la barra y banquetes privados desde una misma cocina. Esto obviamente limitaba nuestra capacidad de hacer grandes cosas.

Con los nuevos desafíos de la cocina peruana, decidimos mudarnos. Y encontramos un palacio. La casa Moreyra.

Allí para enfrentar el futuro tomamos algunas decisiones.

Lo primero fue potenciar las experiencias y por ello decidimos construir dentro de la nueva sede 3 restaurantes, uno para cada experiencia. uno para La carta, otro para el menú degustación y otro para los privados.

 

La carta.

Es el restaurante llamado la barra.

Representa a la nueva etapa de lo que era la carta y los piqueos del local anterior. Aquí no hay nada de formalismos ni menús degustación.

Es un espacio para compartir, celebrar, integrar en un ambiente totalmente informal.

Lúdico, divertido, súper casual. Como los tiempos de hoy.

Con un precio promedio por comida completa de 30 dólares, piqueos divertidos para compartir al centro, platos históricos de los 20 años de ayg. coctelería original y fuentes generosas para compartir entre varios.

capacidad para 80 personas.

 

El menú degustación.

es el restaurante gastronómico diseñado solo para el menú degustación y con capacidad para 40 personas. una experiencia única de 3 horas de duración con un menú degustación de 25 platos que cambia cada 3 meses según la nueva historia que queremos contar acerca del Peru. Reservas con antelacion dada su limitacion de espacio.

 

Los banquetes.

El tercero es el cielo. que son dos salones privados para doce y 20 personas en los que uno con antelación puede pedir menús hechos a su medida de tiempo y presupuesto. el cielo es el limite.

Los tres espacios están liderados por Diego Muñoz en la cocina, Julio Barluenga en los vinos, Luis Garcia en la sala y aaron Diaz en los cocteles.

Es comprensible que al separar los espacios y convertirlos en tres restaurantes, todo aquellos que durante 20 años fueron a un solo lugar donde todo sucedía en el mismo espacio, vayan descubriendo poco a poco la esencia dinámica y espíritu de esta nueva casa donde hay ahora tres espacios diferentes. Es comprensible que el peso de la historia demande a la nueva toda la atención y agradecimiento a aquellos que nos siguieron por siempre. Si no lo explicamos correctamente y algunos al ir esperaban un ambiente mas formal en la barra les pedimos mil disculpas.

 

Tambien hicimos otros mundos.

Creamos el edén. para que los niños puedan tener un programa educativo donde conectarse con la naturaleza mientras nuestros cocineros recolectan cada tarde sus hierbas y frutos para la cena.

 

Creamos el patio

donde el adulto mayor puede tener una clase gratuita de cocina con nuestros cocineros.

 

Creamos el taller

donde nuestros jóvenes en todo el Peru, podrán conectarse para acceder a todas nuestras investigaciones.

 

6 mundos dentro de una casa de 300 años que vuelve a cobrar vida.

6 mundos para este mundo de la diversidad, de la integración, de la fraternidad.

6 mundos que dan vida a un dia en casa moreyra.

No podremos contentar a todos. Pero lo intentaremos con todas nuestras fuerzas.