Facebook Jueves, 1 octubre 2015

«Keiko ha decidido dar la impresión de que ya no representa a la vieja y mutante agrupación política que su padre creó en 1990.»

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¿Orange is the new red? Foto: El Comercio

Escribe Jose Carlos Yrigoyen

Abro mi face hoy, bonito día de sol, y encuentro los comentarios de muchos amigos que, indignados en lo más íntimo de su ser, afirman que “Keiko no nos engaña, todo esto es pura fanfarria electoral” y que el fujimorismo no ha cambiado, que todo es un truco que, como la Fuerza, solo puede engañar a la mentes débiles.

No lo niego. Puede ser. Pero ¿saben? La estrategia de Keiko, a pesar de que muchos de mis amigos progresistas se desgañiten en negarlo, es inteligente y le va a dar sustanciosos réditos.

Porque Keiko ha comenzado ayer, en Harvard, una –aunque sea aparente- modernización y liberalización del fujimorismo como lo conocíamos.

Y estoy seguro de que este va a ser sólo el comienzo.

Los gestos de ayer inevitablemente serán seguidos por hechos. El primero de ellos, no me cabe duda, va a ser la eliminación de los dirigentes históricos del fujimorismo –Chávez, Salgado, Yoshiyama, etc.- de las listas parlamentarias de Fuerza Popular. Y prescindir de los elementos fundamentalistas –un pastor Rosas, por ejemplo- de sus filas.

Keiko ha decidido dar la impresión –por lo menos eso- de que ya no representa a la vieja y mutante agrupación política que su padre creó en 1990 y que ha cambiado de símbolos y nombres con facilidad pasmante. Ella lo que quiere es crear un partido de derecha populista con tintes liberales: por eso ha empezado tímidamente a condenar los excesos y crímenes de la dictadura, apoyar la unión civil, reconocer la importancia de la CVR. Y créanme: mientras se vaya deshaciendo de aquellos que representan el viejo fujimorismo, esos gestos y actos se irán profundizando y multiplicando.

¿Son y serán gestos y actos honestos? Seguramente no. ¿Atraerán a electores que rechazaron en el 2011 su candidatura por representar una extrema derecha autoritaria que no reconocía sus manchas del pasado? Créanme: lo harán sin duda alguna.

Hoy Keiko Fujimori es, aunque a muchos nos duela, la primera opción presidencial y por distancia. No nos sorprenda que esa distancia se amplíe mucho más ahora. Si todo esto no se queda en una pura declaración sin correlato y es el comienzo de un esfuerzo por querer representar una candidatura más democrática y liberal, ganará las elecciones sin ninguna dificultad.

Mientras tanto, en la izquierda, la candidata del Face, Verónika Mendoza, afirma que la Venezuela chavista es una democracia donde existen procesos electorales limpios. Aplausos, izquierda peruana: ya sabemos por qué es imposible que ganes unas elecciones de aquí al 2030: porque tú única estrategia reconocible es olvidar toda autocrítica, echarle la culpa de tus desgracias a todos los demás y dispararte a los pies y luego darte tú misma el tiro de gracia. Una pena.